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Artur Mas, president de la Generalitat |
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, lo tiene complicado y lo sabe. Es consciente de que aunque la mayoría del Parlamento de Catalunya ha apoyado el pacto fiscal, este tiene un futuro efímero. El PPC lo ha dejado claro: está en contra. Y todo parece indicar que en Madrid no llevarán la contraria a Alicia Sánchez-Camacho. No soy futurólogo, y no hay que serlo para saber cuál será el futuro del pacto fiscal: correrá la misma suerte que el último Estatuto, también aprobado en el Parlament con mayoría y que luego Madrid se encargó de dejarlo pulido y bien recortado. Aunque soy más pesimista que entonces porque en este caso se suma un PP con mayoría absoluta y una Generalitat que, aunque se queja del dinero que el Estado nos debe ahora ha pedido ser rescatado por el único banco que lo puede hacer, en palabras de Andreu Mas-Colell: España. Artur Mas está atrapado en un camino de difícil salida para un partido hasta ahora moderado como CiU. ¿Qué venderá a su electorado frustrado si el proyecto de pacto fiscal fracasa? Francamente, lo tiene muy complicado porque sólo tendrá dos salidas: o diluir la autonomía en la ola centralizadora que pretende Madrid o lo que ahora mismo creo que no se atreve a hacer el presidente: desobedecer Madrid y saltarse las normas del Estado con el peligro que esto supondría para él mismo: un juicio y quién sabe si un posterior encarcelamiento del presidente. Y surgen más preguntas inquietantes: ¿cuál sería la reacción de los catalanes? Madrid estaría dispuesto a utilizar la fuerza para cumplir con la Constitución? Este es el choque de trenes que nadie desea pero que algunos temen. El futuro de Catalunya está en juego y la apuesta es arriesgada.
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